LOS BUENOS DIAS DE MOLINA MORILLO
¡Que perro más bruto!
Un carnicero estaba apunto de cerrar su negocio cuando vió entrar un perro. Trató de espantarlo, pero el perro volvió.
Nuevamente intentó espantarlo, pero entonces se dio cuenta de que el animal traía un sobre en el hocico.
Curioso, el carnicero abrió el sobre y en su interior encontró un
billete de 500 pesos y una nota que decía: “¿Podría mandarme con el perro una libra de carne molida de res y media libra de pierna de cerdo?”.
Asombrado, el carnicero tomó el dinero, colocó la carne molida y la pierna de cerdo en una bolsa y puso la bolsa junto al perro, pero olvidó darle el cambio al perro.
El perro empezó a gruñir y a mostrarle los colmillos. Al darse cuenta de su error, el carnicero puso el cambio del billete en la bolsa; el perro se calmó, cogió la bolsa en el hocico y salió del establecimiento.
El carnicero, impresionado, decidió seguir al can y cerró a toda prisa su negocio.
El animal bajó por la calle hasta el primer semáforo, donde se sentó en la acera y aguardó con la bolsa en el hocico a que la luz se pusiera en verde para poder cruzar. Luego atravesó la calle y caminó hasta una parada de autobús, con el carnicero siguiéndole de cerca.
Cuando llegó una guagua, el perro se fijó que no era el
correcto y siguió esperando hasta que llegó otro autobús. Vió que era el correcto y subió (seguido por el carnicero).
Nuestro hombre, boquiabierto, observó que el can, sentado muy tranquilo en un asiento, miraba por la ventana con atención, como tratando de reconocer el lugar donde debía de pararse el autobús.
De repente, el can se incorporó en el asiento y, erguido sobre las
patas traseras, tocó el timbre para descender, siempre con la bolsa en el hocico. Perro y carnicero caminaron por la calle hasta que el animal se detuvo en una casa, donde puso las compras junto a la puerta y, retirándose un poco, se lanzó contra esta, golpeándola fuerte.
Repitió la acción varias veces, pero nadie respondió en la casa.
En el colmo del asombro, el carnicero vio al perro tomar la bolsa con el hocico, rodear la casa, saltar una cerca y dirigirse a una ventana. Una vez allí, toco con las patas en el vidrio varias veces
sin soltar la bolsa; luego regresó a la puerta. En ese momento, un hombre por fin abrió la puerta... ¡y comenzó a golpear al perro! El carnicero corrió hasta el hombre para impedirlo, diciéndole: “¡Por Dios, amigo, qué es lo que esta haciendo? ¡Su perro es un genio!.... ¡Es unico!
El hombre , evidentemente molesto, respondió: “¡Qué genio ni
genio! Esta es la segunda vez en esta semana que al muy pendejo se le olvidan las llaves....¡ y yo en el baño!”
MORALEJA:
Por mas que te esfuerces y cumplas mas allá de tu deber, siempre habrá algo que te criticará. No le hagas caso y sigue haciendo lo correcto.
(Contribuído por Donato Vásquez R.)
jueves, 29 de mayo de 2008
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