¿De quién es la culpa?
- 9/27/2008
La criminalidad nos arropa y amenaza asfixiarnos. Clama la Iglesia para que se le ponga fin, clama la prensa, clama la gente en la calle. Inútiles clamores.
Entre enero y julio de este año, según cifras oficiales, en la República Dominicana se han registrado más de 1,400 homicidios. Es decir, más de 200 homicidios por mes. No nos sorprendería si esta cifra fuera mayor al total de los homicidios que se registran en un año en los once países principales de la Unión Europea, con una población conjunta de más de 300 millones de personas.
¿Crisis de criminalidad? No, crisis de responsabilidad.
Si faltan pupitres o libros en las escuelas públicas, las autoridades de la secretaría de Educación denuncian el hecho como si los culpables fueran los estudiantes, cuando en realidad son las víctimas. Denuncian o justifican el hecho, cuando quien lo denuncia es otro.
La policía y demás fuerzas del orden público acusan a los fiscales y a los jueces; los fiscales, a la policía y a los jueces; los jueces, a los fiscales y a la policía.
Los precios de los combustibles aumentan, porque los precios del petróleo en los mercados internacionales aumentan, pero cuando los precios del petróleo bajan en más de 30%, los precios de los combustibles bajan aquí alrededor de 5%. ¡Vaya usted a saber por qué! Y eso que el país está “blindado” contra cualquier crisis externa. Blindado por una especie de Línea Maginot de funcionarios, lo único que más frágil.
¿De quién es, pues, la culpa? A juzgar por lo que se nos dice y repite, no es de nuestras autoridades, electas y juramentadas para respetar, defender y preservar nuestros derechos. El soberano son ellas y no, como manda nuestra Constitución, el pueblo. No en balde muchos se preguntan si este país tiene dolientes y a nadie debería sorprender si alguien llegará a proponer en serio la sarcástica sugerencia de Bertolt Brecht: ¿Por qué el gobierno no disuelve al pueblo y elige otro?
Tenemos más leyes que el Imperio Romano en tiempos de Justiniano y a nadie se le ocurrió preguntar a los hermanos Benítez de dónde unos desarrapados como ellos habían sacado más de US$100 millones para invertirlos en nuestro país. Tuvieron que venir autoridades extranjeras a decírnoslo. Las nuestras, ¿dónde estaban?
¿Qué de quién es la culpa? Evidentemente, no de un Estado hipertrofiado, que recauda más de lo que ningún otro haya recaudado en toda nuestra historia y que gasta muy por encima de lo que recauda; un Estado cuya principal función parece ser la de servir de fuente de sustento y riquezas a una clase política parasitaria. La culpa, si alguna hay, debe ser de los que pagan sus impuestos.
¿Qué decir, pues? La verdad es que, como muchos otros dominicanos, nos sentimos casi mudos de estupefacción ante un Estado incapaz de garantizar al menos la integridad de nuestro territorio y la seguridad de sus ciudadanos y sólo se nos ocurre, por el momento, solicitar muy humildemente a nuestras autoridades que dejen de lado sus cosas y se ocupen un poco de las nuestras.
sábado, 27 de septiembre de 2008
domingo, 21 de septiembre de 2008
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